David Williams, periodista nacional del motor y ganador de un premio de seguridad vial
Estamos tan acostumbrados a un estilo de vida de usar y tirar -incluidos los coches- que nos choca un poco darnos cuenta de que todavía hay verdaderos artesanos altamente cualificados que arreglan cosas.
Si tu coche se estropea, lo más probable es que arranquen la pieza defectuosa, la tiren a la basura y la sustituyan por una nueva, con todos los costes medioambientales que ello conlleva. Esto es especialmente cierto si se trata de una pieza eléctrica, ya que pueden ser difíciles de reparar y a menudo están selladas.
Lo mismo ocurre con los electrodomésticos, que la gente suele desechar en lugar de reparar.
Por eso resulta tan reconfortante conocer a Carl Kenney, el mago del magneto. Kenney es uno de los últimos de una larga lista de técnicos cualificados que se han trasladado a Bicester Heritage, un extraordinario proyecto con sede en la antigua RAF de Bicester, en Oxfordshire, del que oiremos hablar mucho en los próximos meses.
Durante años, los 348 acres de terreno permanecieron abandonados. Los bonitos depósitos de combustible, las salas de oficiales, los talleres, los hangares y la sala de guardia, construidos en ladrillo, sucumbían poco a poco a los vándalos, el abandono y la naturaleza. Los únicos que utilizaron esta cápsula del tiempo desde su cierre definitivo en la década de 1970 fueron los miembros del club local de vuelo sin motor.
Pero en 2014, el inversor inmobiliario Dan Geoghegan se enteró de la existencia de esta bella durmiente, recibió las llaves, echó un vistazo y se enamoró. Reunió recursos con otros inversores y la compró, y ahora está convirtiendo las bonitas avenidas arboladas y los edificios en lo que él llama un "puerto deportivo para coches y aviones antiguos".
Lo visité hace poco y la calidad del trabajo de restauración es una maravilla. También lo es la calidad de los nombres que está atrayendo para alquilar los edificios reformados. Hay un tapicero, un detallista de coches, una empresa especializada en aceites históricos y un puñado de expertos que venden bellos automóviles, a menudo raros. Incluso hay un hangar de 50.000 metros cuadrados para 300 coches, donde antes estaban los bombarderos. Todo es muy emocionante para los aficionados a la gasolina y a los aviones.
Ya han empezado a celebrar el concurridísimo Sunday Brunch Scrambles, y tienen previstos otros eventos, como el habitual Flywheel Festival (20/21 de junio). También hay grandes planes para construir un hotel y un patrimonio de fabricantes de motores.
Pero lo que más me gusta es que cada uno de los especialistas insuflará nueva vida a la maquinaria antigua, para que no tengamos que desecharla sin más, y también estará ahí para la próxima generación. Es una lección para toda la vida.